
Independientemente que obtenga o no la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos el senador Barack Obama por el Partido Demócrata, el hecho de haber llegado al nivel en que se encuentra indica que en esa nación se ha superado bastante la discriminación racial. El béisbol la sufrió durante sesenta años y los crueles acontecimientos que la acompañaron fueron en ocasiones desgarrantes.
En la actualidad luce que está erradicado de la manera tradicional aunque en ocasiones se emiten señales de un resurgimiento paradójicamente de forma contraria, de parte de los no blancos contra los blancos invocando una legislación que protege las minorías étnicas. Para los dominicanos esto ha sido tema cotidiano, pero principalmente fruto de la paranoia que caracteriza nuestra sociedad. Cuando Barry Zito le ganó a Pedro Martínez la carrera por el premio Cy Young en el 2002 no fueron pocas las voces que se elevaron aduciendo discriminación, pero nadie recordó cuando el mismo Martínez le ganó ese galardón a Greg Maddux en 1997.
El personaje que impuso la exclusión de personas que no fueran de raza blanca en las grandes ligas fue Cap Anson, la figura más dominante de la actividad en el siglo XIX. En 1884 Anson dirigía y era dueño del equipo de Chicago y en un juego de exhibición contra un grupo de Toledo al ver que el receptor de estos era Fleet Walker, gritó: “Saquen ese negro del terreno”.
El manager contrario insistió en mantener a Walker y Anson cedió, pero tres años después otra vez rehusó jugar contra un equipo de liga menor que tenía jugadores afro americanos. Ese mismo día los dueños se reunieron instituyendo la barrera racial para complacer al feroz racista. Pasaron entonces sesenta años para que la misma se derrumbara, perjudicando a todos los atletas que no fueran de raza blanca.
Las historias ocurridas durante ese periodo son muchas, la mayoría patéticas. Se conoce que Ty Cobb declinó en una ocasión compartir una habitación con Babe Ruth porque se rumoraba que El Bambino tenía ascendencia africana. El mantenimiento de la odiosa barrera fue posible por la presencia de Kenesaw Mountain Landis como comisionado. Aunque en ocasiones emitió sentencias penalizando actuaciones que ofendía a la comunidad afro americana, durante su largo mandato se mantuvo la regla y no fue hasta su muerte que se pudo allanar el camino para superar esa ignominia con la epopeya protagonizada por Jackie Robinson y dirigida por Brach Rickey.
En la actualidad luce que está erradicado de la manera tradicional aunque en ocasiones se emiten señales de un resurgimiento paradójicamente de forma contraria, de parte de los no blancos contra los blancos invocando una legislación que protege las minorías étnicas. Para los dominicanos esto ha sido tema cotidiano, pero principalmente fruto de la paranoia que caracteriza nuestra sociedad. Cuando Barry Zito le ganó a Pedro Martínez la carrera por el premio Cy Young en el 2002 no fueron pocas las voces que se elevaron aduciendo discriminación, pero nadie recordó cuando el mismo Martínez le ganó ese galardón a Greg Maddux en 1997.
El personaje que impuso la exclusión de personas que no fueran de raza blanca en las grandes ligas fue Cap Anson, la figura más dominante de la actividad en el siglo XIX. En 1884 Anson dirigía y era dueño del equipo de Chicago y en un juego de exhibición contra un grupo de Toledo al ver que el receptor de estos era Fleet Walker, gritó: “Saquen ese negro del terreno”.
El manager contrario insistió en mantener a Walker y Anson cedió, pero tres años después otra vez rehusó jugar contra un equipo de liga menor que tenía jugadores afro americanos. Ese mismo día los dueños se reunieron instituyendo la barrera racial para complacer al feroz racista. Pasaron entonces sesenta años para que la misma se derrumbara, perjudicando a todos los atletas que no fueran de raza blanca.
Las historias ocurridas durante ese periodo son muchas, la mayoría patéticas. Se conoce que Ty Cobb declinó en una ocasión compartir una habitación con Babe Ruth porque se rumoraba que El Bambino tenía ascendencia africana. El mantenimiento de la odiosa barrera fue posible por la presencia de Kenesaw Mountain Landis como comisionado. Aunque en ocasiones emitió sentencias penalizando actuaciones que ofendía a la comunidad afro americana, durante su largo mandato se mantuvo la regla y no fue hasta su muerte que se pudo allanar el camino para superar esa ignominia con la epopeya protagonizada por Jackie Robinson y dirigida por Brach Rickey.
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